espiritualidad

Lo sagrado se crea mediante el sacrificio

La etimología puede sorprender. La palabra “sacrificio” es un ejemplo innegable. La palabra “sacrificio” procede del latín “sacrifico”, a su vez de “sacer” (sagrado) y “facio” (hacer). En otras palabras, “sacrificio” es el acto de “sacralizar”. Me parece una idea muy interesante. La lengua latina quiso transmitir una idea que es permanente en la larga historia de la humanidad: lo sagrado se crea a través del sacrificio.

¿Qué es el sacrificio?

Según Wiktionnaire, hay varias definiciones de sacrificio. Algunas definiciones son más positivas que otras.

Veamos 3 definiciones, una negativa y las otras dos positivas:

“Conformarse por debilidad, complacencia, hábito”.
–> Está claro que no queremos actuar según esta definición. Para que un sacrificio sea fuerte, no debe ser sufrido.

“Entregarse a alguien o a algo sin reservas; sufrirlo todo por su servicio, por su causa”.
–> Esta definición nos viene especialmente bien en el caso de las relaciones de pareja

“Abandonar algo voluntariamente, renunciar a ello, por amor de Dios o en consideración a una persona, a una cosa”.
–> Esta definición es particularmente relevante en el caso de nuestra relación con Dios.

Para crear realmente lo sagrado, necesitamos cultivar una forma de vacío: “La cualidad más importante de un recipiente es que esté vacío”. La principal cualidad de la persona espiritual es ser capaz de vaciarse para que lo divino pueda entrar en ella. Para crear este vacío, hay que saber aligerarse material, física, emocional y simbólicamente. Por eso el sacrificio es un pilar del proceso espiritual.

Veamos tres lugares donde se crea y se aplica lo sagrado.

La relación con lo divino

Por supuesto, la palabra sacrificio está vinculada en primer lugar a las ceremonias y prácticas religiosas. En todas las tradiciones religiosas existe la noción de sacrificio. Al principio, había sacrificios en el sentido original: sacrificios de animales e incluso humanos. Más tarde, la noción de sacrificio evolucionó, adoptando la forma de privaciones (ayuno, abstinencia, etc.), ofrendas (velas, incienso, etc.) o actos de generosidad (caridad, limosna, etc.). Lo divino se mantiene mediante una especie de desaparición de nuestra entidad física o ego. El sacrificio expresa la conciencia de que algo mucho más grande y bello que nosotros mismos está más allá de nosotros y que debemos rendirle homenaje. Lo sagrado se crea con los signos de humildad que dejamos tras de nosotros. Es una forma de recordarnos a diario que existe una dimensión impalpable de la vida que es más valiosa que lo que podemos ver desde un punto de vista material o físico. El acto del sacrificio en la tradición religiosa era un símbolo de esto mismo: los profanos se postran ante lo divino (se encienden velas a los pies de Cristo, se dan monedas de plata a los templos porque lo esencial está en otra parte y es mucho más valioso, etc.).

Las relaciones humanas

Las relaciones humanas se vuelven sagradas por los repetidos sacrificios que se hacen. Para que una pareja sea sagrada, debe privarse de sí misma, reservarse para su pareja, hacer cosas por el otro, sacrificar su placer para satisfacer a la otra persona. El tiempo dedicado a comprender a la otra persona, a intentar satisfacerla, es la marca más común del autosacrificio. Por eso el sacrificio es la base de una relación duradera.

La relación con uno mismo

El progreso moral y espiritual se logra mediante la sublimación del deseo. Alguien que es prisionero de sus deseos sensoriales tendrá dificultades para progresar moral o espiritualmente. Para mejorar como individuo, tenemos que “sacrificar” los placeres de los sentidos para acceder a placeres más elaborados. Leer es un placer menos accesible que comer alimentos dulces y grasos. Hay que aprender a disfrutar de los textos (también hay que aprender a leer, no hace falta aprender a comer) leyendo mucho. Parte del aprendizaje no es agradable, pero después de un tiempo puedes sentir placer al aprender cosas nuevas o ver cómo se desarrolla una trama ante tus ojos. La lectura es sólo un ejemplo entre miles. Cuanto más progresamos, más capaces somos de sacrificar placeres inferiores, más capaces somos de acceder a placeres superiores (placeres inferiores: ligados a la supervivencia y la reproducción, placeres intermedios: ligados a la autoestima y la pertenencia, placeres superiores: ligados al espíritu y al alma).

Edward

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