Categories: Excelencia personal

Lo que nos irrita es nuestro mejor curso de acción…

Nos define tanto lo que amamos como lo que odiamos. La identidad que nos creamos a lo largo del tiempo entra en conflicto con los valores que poseemos, en contraposición a los valores que reivindicamos. Nuestra alegría es una autopista por la que nos deslizamos mientras que nuestra ira son esos obstáculos que se interponen en nuestro camino. Estas irritaciones no sólo están ahí para frustrarnos, sino que sirven de apoyo a nuestro progreso: lo que creemos combatir es muy a menudo una lucha con nuestros propios demonios íntimos.

La adversidad externa pone de manifiesto nuestro progreso interior. Por lo tanto, no debemos lamentar siempre las dificultades pasajeras porque nos enseñan a descubrir las partes más oscuras de nuestro ser para proyectar en ellas la luz. Cuando empezamos a desarrollar una aversión hacia una persona o entidad en particular, en realidad estamos proyectando energía que puede ser canalizada por otros.

Este desequilibrio que creamos al cultivar el odio nos hace más vulnerables a la manipulación de los demás, por lo que las masas se excitan y luego se desatan al antojo de quienes instrumentalizan sus pasiones.

Piensa en ti mismo como judoka: la energía que mueves en una dirección para destruir a un oponente puede ser muy bien utilizada para derribarte por un luchador experimentado. Por lo tanto, es más sabio trabajar en cultivar el equilibrio emocional en tu mente en lugar de creer que tu vehemencia será capaz de llevarse a tu enemigo, es probable que este sentimiento te derribe mucho antes.

No rechaces tus tristes pasiones, te sirven de guía, pero no te entregues a la idea de querer vivir según ellas, pues te llevarán con toda seguridad a tu perdición. Los sentimientos negativos son indicadores de tu termómetro cerebral. Te ayudan a ver lo que tienes que trabajar dentro de ti, son indicadores de algo que te ha faltado hasta ahora. La mejor manera de desarrollar la resiliencia es trabajar para ganar estabilidad interior, lo que nos permite luchar contra la injusticia sin tropezar a causa de nuestras emociones.

Edward

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