Un buen indicador de lo buena que es una persona es su propensión a sentir culpa. Alguien sin escrúpulos suele ser egoísta y malicioso. Por lo tanto, sentir culpa es bueno. Del mismo modo, la culpa es una emoción tan desagradable que suele empujarnos a hacer lo correcto y corregir un mal acto. Sin embargo, sentirse culpable todo el tiempo es asfixiante e incluso perjudicial para la salud. Entonces, ¿cómo podemos librarnos de este sentimiento, que en algunos casos nos arruina la vida?

Aprender a no sentirse culpable

La mayoría de las veces, tenemos buenas razones para sentirnos culpables. Nuestra conciencia “nos habla” y nos dice que actuemos de otra manera. En otros casos, no es realmente nuestra conciencia la que se expresa, sino más bien la consecuencia de una baja autoestima. Por lo tanto, es necesario ganar confianza y autoestima para erradicar estos indicios de culpabilidad.

Combatir la baja autoestima

Hay muchas razones por las que podemos tener una imagen baja de nosotros mismos. La infancia es, con diferencia, la mayor culpable. Unos padres reprobadores o un entorno tóxico en general pueden minar la moral y la autoestima del niño y del futuro adulto durante mucho tiempo.

Recrear la propia identidad

Para superar esta desagradable situación, hay que aprender a recrearse, a amar lo que uno es. La forma más directa es pensar en la persona en la que te gustaría convertirte (puedes inspirarte en personas existentes) y actuar en consecuencia. Cuanto más actúes como la persona en la que quieres convertirte, más reforzarás la creencia de que eres esa persona y así podrás aumentar tu confianza. Cambiar tu autopercepción lleva tiempo y se pueden utilizar otros métodos si el problema de culpa es más profundo de lo que parece.

Algunas culturas son más culpabilizadoras

Algunas religiones o culturas tienden a desarrollar más o menos el sentimiento de culpa en sus miembros. Puedes intentar leer a filósofos y textos explicativos sobre los fundamentos religiosos de tu cultura para comprender su funcionamiento interno y distanciarte mejor de ellos.

Encontrar un término medio

Un poco de culpa nunca es malo porque te permite conectar con los demás y simplemente comprenderlos. Ser consciente de que la culpa no siempre es buena también te permite distanciarte de ella.

La culpa como vía de aprendizaje

Hay lecciones que sólo pueden aprenderse por las malas. Se suele decir que hay tres formas de aprender. La primera es aprender de los errores de los demás, la segunda es aprender a través de tu propia reflexión y la tercera es aprender a través de tus propias acciones. La segunda es la mejor. Me atrevería a decir que hay una cuarta forma de aprender, y es cometer un error (la tercera forma) y luego pensar en el error (por la culpa). Esta cuarta vía es la más incómoda, casi una tortura en algunos casos. Pero, por desgracia, hay lecciones que sólo pueden aprenderse así.

El peligro de vivir sin un gramo de culpa

Como hemos visto, vivir con culpa es un sufrimiento relativo. Sin embargo, este sufrimiento es necesario para comprender el mundo que nos rodea. Imaginemos un mundo en el que nadie sintiera culpa. Probablemente sería un mundo invivible porque estaría poblado por personas cínicas y egoístas. De hecho, si desapareciera el sentimiento de culpa, la vida en sociedad simplemente no sería posible. Podría decirse que la culpa es lo que nos hace especialmente humanos y sociales, aunque es un sentimiento que parecen experimentar otras especies (por ejemplo, los perros).

¿Qué lecciones podemos aprender?

– La culpa no siempre es mala
– Puedes utilizar la culpa a tu favor para ser mejor persona y lograr tus objetivos
– La culpa es un sentimiento que nos permite relacionarnos con los demás
– La culpa es destructiva cuando es demasiado fuerte y está vinculada a la baja autoestima
– Puedes combatir la baja autoestima mejorando la imagen que tienes de ti mismo
– Invertir en tu identidad es una de las mejores formas de liberarte del sentimiento de culpa

Edward

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