En una época en la que abundan los coaches de todo tipo en la red, cabe preguntarse si no es más fácil hoy en día tener una vida disciplinada y organizada para conseguir grandes resultados. Esta motivación a golpe de clic es todo lo contrario a una sociedad globalmente desmotivada que cede a todo tipo de tentaciones, empezando por los placeres recreativos que ofrecen Youtube y Netflix.
Lo que nos distingue de nuestros predecesores a escala antropológica es que tenemos a la vez inmensos recursos que nos ayudan a realizar miles de cosas, pero carecemos de la disciplina necesaria para hacerlas.
El trabajo agotador de las sociedades agrícolas o protoindustriales era la piedra angular de la época. El esfuerzo físico que realizan miles de personas en su trabajo no es comparable al que afrontamos en nuestra vida cotidiana. Lo que nos distrae hoy de un cierto rigor no es el peso del trabajo, sino la complejidad de la vida tal como es. Tenemos que tomar cientos de decisiones a diario, todas las cuales son posibles distracciones de un objetivo inicialmente formulado.
El éxito requiere una forma de simplicidad que debe cultivarse en todos los niveles de nuestra vida, o corremos el riesgo de perder el rumbo y sucumbir a las muchas y variadas tentaciones que se interponen en nuestro camino, y que sin embargo pertenecen a lo que llamamos modernidad.
La disciplina no es más que abstenerse de las cosas que consideramos malas y concentrarse en las que consideramos buenas. El entorno que uno cultiva debe ser el suelo del que puedan florecer las flores de la disciplina. Si se permite que las malas hierbas de la negligencia y la complacencia crezcan libremente, sencillamente no podremos dar suficientes nutrientes y luz solar a nuestros propósitos más profundos.
Si queremos recrear la antigua eficacia que permitió construir catedrales y pirámides en tiempos en los que los medios técnicos eran mucho menores, debemos inspirarnos en la fuente de su éxito. La sencillez nos permite centrar nuestra atención en el trabajo que tenemos entre manos.
La modernidad es un arma de doble filo. Nos da recursos increíbles para prosperar y mejorar mientras nos da todo lo que nos puede distraer de ello. La disciplina es uno de los elementos esenciales para el éxito en todos los ámbitos. La motivación es sólo temporal. Si puedes eliminar las distracciones y construir tu vida de forma que sólo queden las cosas más importantes para ti, puedes decir que vas por el buen camino. Tu éxito sólo depende de ti, de tu discernimiento y de tu voluntad de dedicarte con diligencia y celo a lo que más te importa.
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