Consumimos cada día venenos a través de varios canales, sea lo que vemos, oímos, o comemos, por ejemplo. ¿Cuáles son estos venenos? En realidad, son las distintas manifestaciones de la ausencia de armonía, de amor, de decencia. Cuando uno deja de ser honorable, empieza a contaminar su entorno con sus palabras, sus acciones o sus pensamientos, y los demás se lo comen. Nuestro entorno natural a menudo no está limpio, especialmente en grandes ciudades. Porque no nos cuidamos lo suficiente, nuestro quehacer cotidiano nos ensucia y dejamos entrar dentro de nosotros suciedad. Por esta razón es importante purificarnos constantemente de forma material a través de la limpieza del cuerpo y de nuestro hogar. También hay que purificar nuestros pensamientos y emociones a través de la meditación y por fin la oración nos permite purificarnos a un nivel aún más sutil. Si conseguimos mantener este hábito a largo plazo, podremos lograr cambiar los comportamientos de los que nos rodean, aunque no deberíamos pensar en eso sino solo concentrarnos en aquello sobre lo que podemos actuar. Si cada uno camina firmemente hacia su propia purificación, es posible mejorar el mundo de forma espectacular.
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