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El arte de no hacer nada


No hacer nada es un arte, y como cualquier arte, es necesario inspirarse en los maestros para progresar. ¿Qué es no hacer nada?

La vida frenética que todos llevamos de una manera u otra hace casi imposible el concepto de ociosidad (que dio origen a la palabra ocio) o de no acción. Nuestras mentes están en constante movimiento. Esta actividad no encuentra descanso. Sin embargo, es en la pausa donde nuestro cerebro se regenera. Un cerebro sano es como el movimiento de los pedales de una bicicleta: si se pisa sólo un pedal, no se avanza. Lo mismo ocurre con la actividad cognitiva y el descanso cerebral. Sin una alternancia de estas dos fases, nos detenemos. Hay dos palabras cognitivas en juego: el pensamiento focalizado (deliberado, de resolución de problemas, intencionado y despierto) y el pensamiento difuso (incontrolado, espontáneo, que conecta piezas de información dispares, no focalizado, que sueña despierto o que duerme).

En realidad, no hacer nada es cualquier cosa menos no hacer nada y, a la inversa, la sobreactividad cerebral es una forma de dejar de pensar al embotar o saturar nuestras capacidades cognitivas.

No hacer nada es reconectar con la dimensión contemplativa de la vida, caminar, observar o admirar sin juzgar ni conceptualizar.
No hacer nada es ver sin mirar, oír sin escuchar. Es volver a ser transparente, ser uno con el paisaje.
No hacer nada es convertirse en el receptáculo del mundo y dejar de proyectar nuestras imágenes e identificaciones. No hacer nada es volver a conectar con el mundo del silencio para redescubrir su sonido: el susurro del viento rozando nuestros oídos, el chapoteo de las olas en los muelles, el grito de las gaviotas que se ve a lo lejos.

No hacer nada es también dejar que los elementos invadan nuestros sentidos: oler la tierra recién mojada o apreciar las caricias que el aire caliente del verano nos regala en su gran generosidad.

No hacer nada es bajarse del tren y caminar por los senderos de la vida, saborear los desvíos y tomar otro tren cuando nos apetezca.

Edward

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