Algunos de nosotros nos guiamos por valores, otros se guían principalmente por objetivos, mientras que otros se rigen por sus emociones. Dependiendo de si pertenecemos a una de estas tres categorías, operamos de forma diferente en nuestra vida diaria. Hay dos posibles enfoques en los que somos proactivos (intencionales o estratégicos). Habría un tercero en el que seríamos reactivos (emocionales).
Las elecciones que hacemos nos llevan a un mayor o menor grado de éxito, tanto profesional como personal. El nivel de éxito a veces depende de la visión que tenemos y de cómo la traducimos en la vida diaria.
El enfoque emocional
Aunque parezca ser el más sincero, el enfoque emocional puede llevarnos a tomar decisiones de las que luego nos arrepentiremos. El enfoque emocional consiste en reaccionar instantáneamente y tomar decisiones basadas en las emociones de uno. Debe evitarse ya que nos lleva a ser víctimas de cosas que son transitorias y elementos externos.
El enfoque estratégico
Nos invita a prever de antemano la secuencia de acciones que producirá una decisión. La estrategia consiste en considerar varios escenarios y anticipar las reacciones de las personas involucradas y las consecuencias en nuestras vidas. Un enfoque estratégico está impulsado intelectualmente, es frío y puede ser muy eficaz a largo plazo.
El enfoque intencional
Este enfoque debe vincularse a la visión budista de la vida, a saber, que toda acción conlleva una intención, y si esta intención es “pura” (benévola), dará lugar a resultados beneficiosos a largo plazo para uno mismo y para los demás. Por el contrario, si la intención de la acción, aunque aparentemente bien intencionada, es en realidad egoísta o maliciosa, las consecuencias serán malas o incluso desastrosas a largo plazo.
Así, hay tres formas diferentes de actuar, siendo la más elevada la organizada en torno a la intención. Por supuesto, no siempre es posible actuar según este modelo, por lo que a menudo oscilamos entre estos tres enfoques. Lo más importante es actuar en la medida de lo posible de acuerdo con un enfoque intencional, seguido de un enfoque estratégico y, como último recurso, un enfoque emocional.
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