Tienes un poder que subestimas. Sin embargo, es inofensivo. Lo usas todos los días sin saberlo. Tal vez incluso lo utilices para dañar o perjudicar a las personas que conoces. ¿Sabes a qué me refiero? Es tu discurso, las palabras que salen de tu boca. Cuando hablas, a menudo tienes dos opciones: menospreciar a la gente o levantarla. ¿Por qué?…
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