El bien no tiene valor de mercado, pero es lo que nos mantiene vivos. Los pequeños actos de bondad y generosidad que recibimos son bálsamos para el corazón que no tienen precio. La impresión de no tener suficiente dinero nos empuja a descuidar el bien que no aporta rentabilidad inmediata. Si nos negamos a quitarnos estas anteojeras, miramos el mundo…
+